Todos tenemos en mente la situación mundial sobre el COVID-19. Valencia al igual que todas las ciudades y pueblos del mundo está actualmente en cuarentena. Es difícil no estar invadido por un sentimiento de incertidumbre y a la vez un poco de desesperación ya que el aislamiento obliga a pensar en cosas que normalmente no plantearías estando absorto en tu rutina diaria de trabajo y otras actividades. Desde la ventana y no se ven ni se escuchan las cosas que normalmente hacen de un vecindario un ambiente familiar. La quietud trajo con ella una soledad y esa soledad trae de la mano un silencio un poco inquietante.

Decidí hacerlo de noche porque me resulta aún más perturbador ver los lugares y calles que normalmente frecuento completamente vacíos. Mientras caminaba no podía más que sentir una atmósfera irreal quizá hasta un poco distópica. La poca señal de vida que vi fue la policía local en sus carros vigilando las calles, ellos con tapabocas puesto solo me veían y seguían. Del resto, sabía que había vida en la ciudad porque miraba a los edificios y veía luces prendidas pero aún así no era igual. Era ese silencio ensordecedor que jugaba con mi mente y amplificada a mi vista la situación. Se que esto es temporal, toda tormenta tiene su fin.