Cada día es único e irrepetible, no hay un amanecer o un atardecer igual; cuando el cielo se colorea de pinceladas rojas, amarillas y naranjas despiertan una infinidad de sentimientos y sensaciones que se observan.
Un día me sorprendí de la hermosa vista desde mi ventana; y pensé, de esto me estaba perdiendo atrapada entre el devenir del tiempo, las nostalgias y los recuerdos.
Todo esto me transportaba a mundos y lugares imaginarios a través de lo que ven mis ojos y escapaba. Desde entonces, disfruto el último suspiro del día, acompañada de mi taza de café.
Observó hora tras hora, minuto a minuto como el paisaje muta y trasmuta en una danza de colores embriagantes, y el cielo nos entrega una exhibición de belleza y formas; nimbos, cúmulos, cirros y estratos que modelan a las bellas nubes que cada día me sorprenden. Hasta los cielos grises, oscuros, fríos y tormentosos nos muestran su fuerza y belleza.
Un día a la vez; desde mi ventana, un espacio para soñar.